jueves, diciembre 31

30 de diciembre

Se apagaron doscientas luces.
Así, de golpe.
Doscientas luces jóvenes
que iluminaban de porvenir.
¿Qué hubiesen sido ustedes?
Obreros,
soldados,
militantes,
doctores,
cartoneros,
huérfanos,
viudos.
Lo cierto es que ese día
les robaron la oportunidad.

Se apagaron doscientas luces
inconsolables.
Doscientas velas que ardían
de sueños, deseos y lucha.
Algunos dijeron:
alta tensión,
irresponsabilidad,
media sombra,
corrupción,
música diabólica,
jóvenes peligrosos,
negros de mierda,
drogadictos.
Yo les digo
(aunque, ¡ay! ya no escuchan)
que los poderes de siempre se dieron una panzada,
el banquete caníbal donde el plato maestro del Chef
eran ustedes.

¡Vigilen bien a estos jóvenes!
Porque vivos o muertos,
con el dolor para los que quedan
hoy somos muchos más
y no nos vamos a someter
nunca.

martes, diciembre 29

Aislamiento

Hoy no quiero conectarme,
quiero aislarme.
Quiero sentir esa inmensa soledad
que aterra, ahuyenta, recuerda al vacío,
convida a la muerte,
belleza turbia, blanda, ilógica,
esa nada que azota como un viento impiadoso.
que te conquista poco a poco,
que se lleva todas tus ilusiones,
tus proyectos,
hasta que no queda más que un vos ceniciento.
Quizás, iluminación.

Hoy no quiero conectarme,
quiero aislarme.
Quiero experimentar lo que es estar
bien solo,
ante la luna tímida detrás de los edificios de una noche de verano.
Quiero no tener a quién acudir,
sobre quién desparramar mi dolor,
 a quién contar mis pequeños logros cotidianos,
en quién apostar mi futuro.
Cara a cara, cabeza y pared,
para luchar con los fantasmas de todos los días,
sin importarme, esta vez, que gane o pierda.

Hoy no quiero conectarme,
quiero aislarme.
Quiero desgarrarme de dolor
acordándome de Ella.
de lo poco solo que estaba,
de lo bien y mal que la pasé.
De lo que esperé y quise,
lo que no fue,
de lo que no sé si alguna vez existió.
De lo que en realidad no era Ella
sino Yo solo,
y una "ella" cualquiera, recreada.
Quiero que no haya consuelo,
para ver si de algún lugar
algo surge.
Quiero volver a sentir Eso
que hace tanto que no pasa
que no sé si sentí alguna vez.
Aunque, supongo, lo sentí.

Hoy no quiero conectarme,
quiero aislarme.
Quiero sufrir como la carne se desarma
pensando en Vos.
Quiero preguntarme por qué carajo Vos no pasaste.
Una, y otra, y otra vez,
hasta que duela menos.
Quiero pensar sobre las cosas que te pasan por la cabeza.
Quiero especular con cada uno de tus movimientos sutiles.
Quiero atormentarme con mis buenas o malas decisiones
que, al fin y al cabo,
fueron las mías, y no las tuyas.
Quiero pensar que Vos eras la única esperanza,
la salida, la epifanía,
aunque sé que es mentira
porque Vos sos como Yo.
Quiero creer que con Vos las cosas hubiesen sido distintas.
Quiero extrañar para siempre lo que no fuimos.
Quiero imaginarme lo que hubiésemos sido,
revolver mil veces los porqués,
repensar los pros y contras de lo que devino,
para concluir
que lo único que es es lo que fue.
Y soñar con empezar de nuevo.

Hoy no quiero conectarme,
quiero aislarme.
Quiero exterminar mis pasiones por un rato
para ver si, quizás, aparece el Deseo.
Pero no pasa.
Quiero tratar de descubrir qué mierda significa estar vivo,
aunque probablemente no lo logre.
Pero, ojo,
eso no significa que no valga la pena.
Quiero de una vez por todas descubrir qué significa estar loco,
porque lo quiero entender y no lo entiendo
y, en el fondo,
sé que no lo voy a entender nunca.

Hoy no quiero conectarme,
quiero aislarme.
Quiero que hoy, de a poco, deje de ser  hoy
para que acontezca un "mañana",
porque eso, es lo único que tengo.
Porque eso, es lo mejor que tengo.

sábado, diciembre 26

Gustavo y Gerónimo, entrañables amigos, una vez más tomando cerveza sobre una mesa  que se parece más a un ring de boxeo que a cualquier otra cosa. Surge, inevitablemente, el tema de Ella. Por más que el tiempo pase Gerónimo no la olvida, y parecería por momentos que su fantasma se vuelve cada vez más y más fuerte.

—¿Qué voy a hacer con todo ese dolor? Vivo para percibirlo, palatearlo, envolverme, nadar en él. No la quiero olvidar, sus gestos, su olor, su cuerpo; no quiero que la vida pase como si Ella nunca hubiese existido, abandonar su memoria en otras Ellas... mejores o peores. Porque con Ella se va algo mío, algo que tiene y tendría que haberse quedado para siempre.

Gustavo lo miraba con intriga, casi atónito. No estaba del todo sobrio, pero decididamente había tomado muchísimo menos que en casi cualquier otra ocasión. El estado que experimentaba se asemejaba más, quizás, al de una claridad intelectual de epifanía en la que las ideas fluían puras desde su cabeza sin trabas, sin asco.

—No te creo. Te escucho y no te creo nada. Me parece que detrás de esa devoción hacia tu dolor no se esconde otra cosa que miedo, un miedo terrible a experimentar, a sentir y sufrir. Y tengo las pelotas por el piso de que todos, vos y yo por lo menos, vivamos a la sombra de ese miedo todo el tiempo. No nos deja hacer nada. No luchamos ni defendemos lo que creemos justo por miedo a caer en el error, no amamos por miedo al dolor que nos trae, no nos comunicamos por miedo al daño que los otros nos pueden generar. Nos escondemos detrás de las pantallas, nos entregamos al dolor vacío, nos consumimos en una especie de deseo estéril del que fingimos hacernos carne y parte.
"Y yo, desde ahora y por decisión puramente personal, no voy a dejar que este miedo me domine. No voy a seguir viviendo entregado a esta condena ¿Duele?  ¿Qué duele: el desengaño, la soledad, la libertad? ¡Entonces me haré cargo de ese dolor! Porque es mío, y de nadie más. Pero, ¡hay de que el miedo me vaya a detener! ¡Hay de que me vaya impedir correr los riesgos que corren aquellos que persiguen lo que sueñan! ¡Hay de que deje de buscar el amor enajenado en esta dictadura del miedo!
"Y, mientras tanto, hay que seguir dando vueltas a la ruleta rusa del deseo.

Enfrente, Gerónimo. A través de los cristales de sus anteojos se escondían dos ojos castaños radiantes, furiosos, encerrados entre dos pares de pestañas que amenazaban con escaprse de ese rostro y volar, volar muy lejos, hacia esos etéreos castillos de cristal que constituían toda su fortuna.

viernes, diciembre 25

Ebriedad

Con vos
mi vida se vuelve
mucho, mucho más difícil.

Sin vos
mi vida sería
sencillamente insoportable.

miércoles, diciembre 23

Punto de no retorno

Y así pasa
una mirada, una palabra, un gesto
y te empieza a interesar
te vas conociendo
metiendo
compartiendo
improvisando
imaginando
y ya está:
no hay vuelta atrás.

Y luego vendrán
el rechazo
el desengaño
o el amor,
o las tres cosas.

Y un día
próximo o lejano
no será más
y de nuevo
otra mirada, otra palabra, otro gesto...

martes, diciembre 22

Villancico de la Nona

¿Dónde está tu soledad caníbal
tu lujo sin brillo
tus sutilezas domésticas?
¿Quién inspira tu devenir
alimenta tus pasos
remoja tus desgracias?

Entre tantas sombras de hijos
y nietos
vos los tuviste en carne y hueso.
De barro, de papel, de mármol.
Te fuiste de la tierra del sol y del vino
y las aceitunas
y los platos fuertes.
Te amputaste tu pasado
antes
(mucho antes)
de que nosotros
hiciésemos añicos tu presente.

Te robaron a tus hijos.
O, perdón, mejor dicho;
tus hijos te robaron.
La primera es otra historia.

¿Dónde está tu soledad caníbal
tu familia destripada
podrida
lucida de su ausencia en cada fiesta?
¿Dónde están tus hijos mezquinos,
ciegos, rengos, estúpidos?

Se festeja lo nuevo, que para vos no es.
Se festejan los muertos, que para vos son muchos.
Juntémonos todos, entonces, a celebrar nuestros homicidios.
Recordemos la basura de futuro que nos ganamos
porque, eso sí,
nosotros todavía lo tenemos
(o, mejor dicho, aún no lo tenemos).
Nos merecemos eso, y mucho más.

Y quizás nosotros tendremos,
también,
hijos caníbales.

No te preocupes, Nona.
A todos nos llega la hora
tarde o temprano
de compartir soledades.

domingo, diciembre 20

Pandora

Habrá que pedirle a Pandora
que abra esta caja
que nos haga los regalos
más monstruosos del mundo
hermosos, terribles,
insolentes, mezquinos,
pasionales,
absurdos.

El monstruo del Amor
y sus epopeyas
su canto de sirena
o de gorgona
su perdición eterna
la mejor,
la absoluta.

El monstruo del Miedo
y su cachiporra
castigando a los que sueñan
y no duermen,
a los que ganan
y no pierden
su cordura.

El monstruo del Dolor
y sus lecciones
maestro implacable,
creador de acertijos,
torturador profesional,
inolvidable,
gratamente.

El monstruo de la Duda
y sus tormentas
azotando lo que somos
o creímos ser
al fin y al cabo,
la Duda es la madre
de las certezas.

¿Cuál será la próxima caja?
¿Qué corazón abrirá
sus misterios
sus pasiones
sus sospechas?
¿Quién tendrá el coraje
para abrirla
o, por lo menos,
mirar a través de la hendija
de su tapa entrecerrada?

Habrá que pedirle a Pandora
que libere a los monstruos
más graciosos del mundo.
Sin ellos nuestros días
pierden sabor, estilo.
Sin ellos nuestra novela
pierde sentido.
Ellos son el faro que señala
nuestro destino,
sea el que fuere.

lunes, diciembre 14

Lecciones

Pese a todo, aprendemos algunas cosas.

Aprendí que las historias no se cierran
que los cabos se dejan sueltos
que los destinos quedan inconclusos
aunque el universo de lo posible
me aterra.

Aprendí que los consuelos no se escatiman
que la soledad asusta,
enternece, ilumina,
coquetea,
alimenta algo
que no sé qué es, pero,
sin eso, me muero.

Aprendí que el tiempo no se pierde
(¿se transforma?)
que el dolor no se presta
ni se alquila
que lo que no te mata no te hace más fuerte,
a lo sumo,
te recuerda que estás vivo.

Aprendí que el humor te salva
(sí, hasta en los peores momentos)
y el amor te pierde
o te salva, no sé,
en realidad
amar es lo que te salva.

El resto es irrelevante.

viernes, diciembre 11

Desamor

¿Y si todo fue mentira?
Vos pensás que sólo vos dolés
dirás "hijo de puta"
"traidor"
lo dirás muchas veces
Vos pensás que sólo vos sufrís
pero,
¿Qué hay de las veces que me humillabas?
¿que me escupías?
¿que le huías a mi piel?
¿que te escabullías en tus pequeñeces
y me abandonabas a mi soledad?
¿que te desarmabas y yo,
desesperado,
insólito,
tratando inútilmente de recomponerte?
¿que me reprochabas?
Sí, todo, absolutamente todo
¿Qué esperabas de mí?

Y todo, para vos, se curaba tan fácil
una sola palabra: amor
tan fácil
tan frecuente
tan fútil
tan sencilla
amor... ¡cuánto te gustaba decirla!
en tu boca
tan mentira
¿Y si todo fue mentira?

¿Qué me queda?
¿Quién salió ganando
en esta repartición de dolores?

lunes, noviembre 9

A la mierda con las fotos, las cartas, las caricias, los muñecos, el tiempo, los besos, los bares, las pelis, la memoria, los viejos, los almuerzos, el sexo, las tristezas, las alegrías, los viajes, el sufrimiento, los tiempos, los cuerpos, los proyectos, los olores, los colores, los dolores, los conceptos, las charlas, las cenas, el cine, las historias.
A la mierda con todo.
Y que siga la música...

domingo, noviembre 1

Desequilibrio


No sé quién sos,
aunque me encantaría.
No sé cómo llegaste hasta acá,
y sé que me importa muy poco.
No entiendo qué carajo te pasa por la cabeza,
pero sé que tengo prohibido descubrirlo.
No sé cuál es el olor de tu piel
y de eso sí que me muero de ganas.

¿Estás cerrada?
¿Por hoy? ¿Para siempre?
¿Estás de oferta? Sé que no;
pero cuando pase, por favor avisame.
Con anticipación.

Posible final


Cuando todo termina
queda apenas un anhelo
la gracia de lo que fue
las ganas de lo que pudo ser
¿quién nos quita lo bailado?

Cuando todo termina
nos asalta un remordimiento
leve, fugaz, pero al fin
real como lo que es
o, mejor, ¿pudimos haber sido?

Cuando todo termina
nos queda una pregunta
o una culpa, un gusto a nada,
una idea atornillada
a duras penas
con fuerza de obrero,
o de soldado,
¿valió la pena?

miércoles, octubre 28

Vísperas

Hasta ayer instalaron confesiones
y ofertas en el living de mi alma /
tomaría una caña pero hay veda
de paciencia pronósticos y alcohol

he de reflexionar porque mañana
deberé elegir como un daltónico
entre todas las flores del pincel
entre los buitres y los heminópteros
entre la salamandra y el tatú

creo que finalmente votaré
por la sabia orientación de las aves
por la benevolencia de la lluvia
y el sentido de humor de los delfines

votaré / si me dejan / por la suerte
por los tímidos pechos que se esconden
y los pechos alegres que convocan
por las huellas del solo y también por
las ovejitas negras y por la mosca blanca
por los indios de chiapas y por juan veintitrés

y después de pesar los pros y contras
votaré por la vuelta de mambrú
por el río de heráclito
y la trucha de schubert
votaré por melchor y alí babá
por venus y espartaco

y una vez concluido el escrutinio
fruto de leyes bulas providencias y ardides
democráticamente acataré
el fiel caleidoscopio
de mis nuevas y queridas derrotas.


Mario Benedetti. Tristezas y Alegrías, 1994

domingo, julio 26

—¡Santa Madonna! ¿Por qué gritan estos locos? ¿De qué se asustan? ¿No comprenden todavía que este mundo es un bochinche desde que Adán y Eva le hicieron a Dios aquella porquería en el Paraíso?

Regresaba luego a su cuartito, encendía su lámpara de querosén, y puesta de codos en su mesa temblequeante hojeaba la Biblia de letras gordas y papel amarillento que había traído de Italia y salvado heroicamente de todos los desastres, junto con aquella estampa de Nuestra Señora de Loreto que presidía su cabecera y aún conservaba su marco aldeano de latón. Con la mirada turbia y a favor del silencio nocturno, Cloto leía en el Viejo Testamento la paciencia de Dios y la locura de los hombres: historias de amor y odio, virtudes admirables y vicios tremendos, alegrías patriarcales y llantos de miseria, terremotos y diluvios, pestes y masacres desfilaban ante sus ojos, como las figuras cinematográficas que había visto cierta vez en el «Rívoli» de la calle Triunvirato gracias a una invitación de doña Carmen, la española del fondo. Pensando en esas cosas la vieja cerraba lentamente aquel libro temible, y se decía que sin duda el mundo siempre había sido un batifondo, y que lo seguiría siendo hasta el Juicio Final, aunque se desgañitasen los oradores de las esquinas. Por otra parte (y su convicción era cada vez más profunda), la vida se deslizaba como un sueño y se resolvía en un desfile de imágenes tan poco duraderas, que no sabía uno si reír o llorar. Entonces Cloto recapitulaba la suya: su niñez dura y alegre, ¡oh, sí!, en el terruño del Piemonte; su casamiento en la iglesia montañosa. Y de pronto aquel extraño viaje marítimo: un tirón brutal que los arrancaba de la tierra y los había dejado a todos con las raíces en el viento (¡Santa Madonna!. ¿Por qué y para qué?) Su desembarco en Buenos Aires y sus cuarenta y cinco años de fajina con aquellos hijos rebeldes (¡malas cabezas, los pobres!), ella lavando ropa de sol a sol, su viejo encanecido en los andamios. Después la muerte o la dispersión de todos: carnes y gestos que uno amaba, que dolían y que se le escaparon de entre los dedos, así, tan fácilmente como un puñado de arena. ¡Sí, todo como un sueño! La vieja Cloto ya no tenía lágrimas que llorar, y su escepticismo frente a lo mudable de las cosas le inspiraba un gesto reservado que no era indiferencia sino recelo y acaso sabiduría. Pero alguna visión alcanzaba ella de lo inmutable, y era cuando, al finalizar la misa de alba, se acercaba lentamente al comulgatorio de San Bernardo: le parecía entonces que no bien el oficiante levantaba la hostia blanca se desvanecía en torno suyo toda penuria y contradicción, y que algo eterno andaba por allí, algo que había sido, era y sería siempre igual a sí mismo.

Leopoldo Marechal, en Adán Buenosayres, 1948