viernes, agosto 31

Sí, estás en tu casa, estás solo, estás a oscuras, estás desvelado, o cansado, o despierto, es lo mismo.
En general estás despierto.
No estar dormido no implica estar despierto.
Estar despierto es darte cuenta, de lo que sos, de dónde estás, de cómo lo hiciste, saber que fuiste vos el que se construyó (o se fue construyendo).
Tomaste decisiones, algunas elementales, algunas muy duras. A veces elegiste; otras, simplemente no te quedó opción.
Toda la vida me pregunté si estábamos hechos de una sola madera con la que caíamos al mundo, forzados a lidiar con eso; o si teníamos la facultad de cambiar. Procedemos con la determinación durísima del discurso impuesto, de la cultura, de las formas, ¿seremos capaces de elaborar todo esto? ¿somos juguetes o actores de nuestras experiencias?

La libertad...

¿Podemos aspirar a ser libres, o nos limitamos a construir nuestra propia jaula? ¿A nuestra imagen y semejanza?

Uno toma decisiones, uno las toma... la indecisión es la omisión. Uno las toma, pero a veces no elige.

Pero ojo, que puede eligir no tomarlas.

Estás solo, en tu casa, a oscuras, desvelado, cansado, despierto, y sentís que nunca estuviste más despierto en tu vida. Hay una ventana que no da a ninguna parte; hay un balcón con rejas, hay una botella, y hay diez millones de víboras que te recorren la cabeza, te hablan, te cuentan. Y las escuchás.
A veces te da miedo la oscuridad, porque en la oscuridad habitan los fantasmas. Viejos, conocidos; siempre estuvieron en tu casa. Son tus fantasmas.
Hoy no les tenés miedo; tenés ganas de juntarte a tomar un fernet con ellos y jugar un truquito. Hoy sentís que les podés romper bien el culo; que después de tanto vivir acorralado por ellos te jugaste a tomar una decisión.
Que les ganaste.
Pero no les gusta tomar, y no quieren jugar... No saben que gracias a ellos te diste cuenta de tantas cosas y tomaste esas dos o tres decisiones...

¿Las tomaste vos o ellos?

¿Libertad o cárcel?

Lo que sí sabés, es que tu jaula nunca te gustó tanto. Y que nunca la pasaste tan bien en la oscuridad, la que tanto te asustaba.

Dejaste de lado muchas cosas, mucho tiempo. Fuiste otro: quisiste jugarla de ser otro, te transformaste, fuiste feliz, fuiste infeliz, la pasaste bien, te dolió, sufriste, hiciste sufrir. Ya pasó.

Si uno le diera al pasado la bola que realmente se merece, no podríamos escaparnos y tomar decisiones, y los fantasmas nos ganarían siempre...

¿Pero no dijimos que no tomar una decisión es decidir?

Como sea, algunas veces estuviste seguro de las cosas, aunque nadie pueda estar seguro de nada.

Pero la impresión que tenés... es que nunca fuiste tan auténtico, tan vos ahora, solo, en la oscuridad, con los fantasmas dormidos y tus decisiones a cuesta. Y si hay algo que te rompió las pelotas es no ser auténtico.

Y para vos toda la vida, ser auténtico, fue ser consecuente con tus emociones. Los fantasmas te lo quieren decir desde hace mucho... pero les tenés miedo, nunca los escuchaste. Te gritaban en la cara las recetas para ser feliz, y vos te acurrucabas en tu cama y te tapabas la cara con la frazada.

Pero todo eso ya pasó...

Y la verdad, que las cosas nunca estuvieron mejor.

Solo, en la oscuridad, cansado, desvelado, despierto... y acompañado.