domingo, enero 31

Amarillismo

No quiero saber nada de tu mierda amarilla.
No quiero que me expliques, que me cuentes,
que trates de venderme tus verdades.
No me importa saber si lo de ustedes
son éxitos o fracasos
virtudes o defectos
eficiencia o despilfarro
porque ustedes ya son,
ante todo,
lo que son.

No quiero saber nada de tu mierda amarilla
porque ustedes vienen a destruir todo
porque durante años me señalaste.
Te llenaste la boca de basura,
de mentiras.
Te importó un carajo saber lo que decías,
comprobarlo,
demostrarlo.
Te burlaste de nuestro pasado,
nuestras historias,
nuestros ideales,
nuestra acción política.
Te sentaste en tu torre de marfil
a meditar,
criticar,
reflexionar,
denigrar lo que hacíamos:
las plazas, los estómagos, las cabezas,
todos bien llenos
sin siquiera salir a mirar por tu ventana.

No quiero saber nada de tu mierda amarilla.
No quiero ni sentarme a escuchar lo que tengas
para decirme,
porque ustedes no escucharon.
No quiero ni tratar de entenderte
porque ustedes nos odian,
porque ustedes siempre nos odiaron
y porque, ante todo,
se odian a sí mismos.
¿Cómo van a amar al otro si no aman?
Y nosotros caímos en tu buzón del odio
y nos convertimos, también, en odiantes,
y fuimos derrotados por el odio
y eso vamos a ser
en adelante.

No quiero saber nada de tu mierda amarilla.
Porque para vos
era el choripán y el vino
¿Acaso no comés chori,
no tomás vino?
¿Qué comen ustedes?
Reservate la respuesta,
no me interesa saberlo.

viernes, enero 29

Expectativas

Espero con el piso reluciente
tu lujo así, formal, despreocupado,
tu estilo de zorzal, o de sirena,
que enciende mi deseo, dulce, calmo.

Espero, de a poquito, paso a paso,
el andar lento, tibio, de tus notas,
tu cuerpo donde leo los misterios
de sueños inconclusos por cumplirse.

Espero ansioso, tenso, encandilado,
el ritmo de tu cruel iniciativa
la amalgama de nada entrelazada
el éxtasis brutal de tu renuncia.

Espero, por supuesto, a su momento,
eventual devenir de las pulsiones
la razón que recobra su terreno
y volver a esperarte
nuevamente.

lunes, enero 25

Inercia

Pateo mi ciudad
con esa inercia,
castigo mi trabajo
sin apuro,
hace rato (claro)
que no encuentro
mi lugar, mi leitmotif,
mis convicciones.

Rodeo mi futuro
de certezas
cuando gané (y perdí)
me confundí.
No tengo más destino: soy un yenga
que se cayó hace mucho,
desarmado,
para no enfrentar más
cavilaciones.

Y entonces venís Vos
rara,
loca,
ángel,
genia y puta,
ritual y misterio,
artista,
ansiosa.
Y entonces venís Vos
encendés mis sentidos,
retorcés,
me devolvés algo de una deuda
que pensé, hace mucho,
abandonada;
que asumí, hace rato,
fracasada.

Pero, ¡ay! de que pienses
que algo vuela
que otro día
que algún sueño
que uno cambia.

El tiempo trajo consigo su guadaña
los proyectos se mataron en el ring
funesto, cruel estadio, mi baluarte,
queda ahí mi vida, desalmada,
fiel a su principio básico:
seguir.

Y así y todo no deja
de ser genial.

Un poco, al menos.

domingo, enero 17

No te imagines

Imaginate pleno de sentido
en tu locura fría y castigada.
Imaginate dulce y alevosa
haciendo de tu brillo una vanguardia.

¿Cuántas horas tendrá tu devenir?
¿Cuánto le deberemos al azar?
¿Echaremos de menos, algún día,
aquella, la terrible Soledad,
para amargar (tal vez)
nuestra alegría?

Imaginate duro de locura
con tu sentido hirviendo y castigado.
Imaginate fría y vanguardista
brillando, dulcemente,
y alevosa.

Acostándome

Y es hora de que sepas, ya que estamos,
que al terminar el día (si volvemos)
lo único que queda, bueno o malo,
para llevar al lecho
es:

El trabajo bien hecho y satisfecho,
los sueños del futuro a cuentagotas,
los proyectos donde no nos embarcamos,
las ganas de escribir, o de llorar,
la ansiedad de la persiana por cerrarse,
la extrañeza del terrible "pudo ser",
el frío de la cama sin tu sexo,
el tibio corazón arrepentido,
el peso del dinero bien ganado,
las putas ilusiones fracasadas,
las ganas de luchar, como si nada,
la rebeldía loca del amante
con el dolor atroz de lo pasado.

Y el sueño azul se funde, te condena,
te entrega a tus más quietas realidades
y amanece, por fin, un nuevo día,
que vas a disfrutar atentamente.

Que te va a atormentar/
alegremente.

lunes, enero 11

Capitulación

Tarde o temprano
me voy a rendir.

Me van a derrotar mis viejos demonios
las mañanas de resaca
las sábanas frías
las charlas irrelevantes
(o irreverentes)
el patetismo de lo cotidiano.

Me voy a cansar de tu ambigüedad
de tus sonrisas fabricadas
de las discusiones bizantinas
(¿o salomónicas?)
de mi insistir desesperado
de tu incentivar vacío
de imaginarme, todo, todo,
todo el tiempo;
de que todo parezca, siempre,
pero nunca sea.

Me voy a acostumbrar
a que para Vos yo no exista,
o si existo, no sea importante,
porque es lo que suele pasar.
Me voy a acostumbrar
a tomar las cosas como lo que son,
a no imaginarme,
ni apasionarme,
ni ilusionarme;
a que los besos y las caricias se rifan
a que los cuerpos se prestan y se alquilan,
a que el amor es un amuleto cuando no está
un Grial cuando se promete
y un martirio cuando, por fin, lo tenemos;
y que, como casi todo,
al final del día sirve nada más para mostrarlo.

Me voy a arrepentir de tener siempre
tanto miedo,
de no animarme
(¿a qué?)
de  quererme tanto a mí mismo
(o tan poco)
de no saber, en fin,
por dónde pasa mi puto Deseo
y de que, en general,
me importe tan poco.

Me voy a resignar a que siempre sea así:
ningún amor es correspondido,
toda rutina es martirio,
toda pasión se extingue,
todo trabajo es extenuante,
toda ilusión es mentira,
a Vos siempre te importa un carajo,
la voluntad popular es ingenua,
el mejor esfuerzo es el ajeno,
el peor dolor es el propio,
la magia, en realidad, no existe,
y, por más de que trate,
nunca, absolutamente nunca,
me voy a poder dar por satisfecho.

Me vas a romper las pelotas Vos
así como me las rompió Ella
porque siempre, ¿no? termina siendo así.

Tarde o temprano
me voy a rendir.
Y entonces no sé qué voy a hacer.
Supongo que lo mismo de siempre.

martes, enero 5

Súbito

Vuela tu mente, ave frágil,
bien, bien lejos,
donde ya no sea,
donde ya no duela,
donde ya no importe.

Enciende tu deseo,
solo, libre.
Arde en el fuego tu lujuria,
invade, se contorsiona,
convulsiva
loca, sórdida,
sublime.

Aprende eso,
remite a otra cosa
que quizás no sea.
Conquista tus sentidos
uno por uno,
fluye en tus humores,
chorrea,
te condiciona,
te somete,
te gana
y no te importa.

Tu cuerpo:
una marioneta,
un autómata
un esclavo
sumiso, obediente,
dominado.
Busca, persigue,
desesperado,
en piloto automático.
Encuentra (o no),
no ríe, no llora,
no le importa.

Umbrales,
éxtasis;
más luego
todo se consume
y el deseo también vuela.
Huye, para siempre,
para no volver
o, al menos,
volver siendo otra cosa.

Y nosotros, también, volvemos
al imperio de las cosas corrientes.
Satisfechos. O no.
Pero no arrepentidos.