lunes, junio 27

Hospicio

La tarde amenaza
ciega de pena
contar tu muerte.

El día se aplasta
de a poco, despacio,
contra el hospicio.

Vos tendrás, quizás,
un dormitar lúgubre
de estómagos llenos
en paredes grises
y sueños vibrantes.

O, por qué no, el tiempo
se deje encontrar
y sea, a lo sumo,
una danza eterna
de soles y lunas
guardapolvos blancos
ampollas doradas
destinos ilustres
muy mal negociados
de afuera y de adentro
y ya nadie sabe
cual es el futuro
ni hablar del pasado
teniendo, por cierto,
algunas certezas
de títeres llanos
cabezas vacías
vivir, algún día,
no creo que importe.

Y tus sueños sean
meras pesadillas
o ni siquiera.

Y sigue alumbrando
la tarde
con su blanca luz
de fría incoherencia
las almas sensibles
del hospicio.

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